Al igual que el título del artículo de Arturo Pérez-Reverte, pasamos una vez más por Vukovar...
En esta segunda visita fue cuando me di cuenta de la cantidad de marcas de mortero que todavía hay en las calles casi veinte años después. Algunos los han intentado tapar pero se reconocen porque cuando explotan dejan alrededor unas huellas como de salpicaduras.
Las cosas estaban un poco distintas a nuestra primera visita, ya que algunas de las casas que seguían en ruinas como consecuencia de la guerra estaban siendo demolidas. Supongo que llegará un momento en el que la huella de los bombardeos no se note tanto. Aunque poco importa que así sea, porque lo que sucedió en Vukovar quedará para siempre en la memoria colectiva europea.
En esta segunda visita fue cuando me di cuenta de la cantidad de marcas de mortero que todavía hay en las calles casi veinte años después. Algunos los han intentado tapar pero se reconocen porque cuando explotan dejan alrededor unas huellas como de salpicaduras.
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