Montenegro o Crna Gora es uno de los cuatro países del mundo que utiliza euro sin pertenecer siquiera a la Unión Europea, aunque no tiene acuñación propia.
En Montenegro se conservaron los restos de la antigua Yugoslavia, ya que continuó unida a Serbia hasta el año 2006, formando lo que era la República Federal Socialista de Yugoslavia, y posteriormente renombrada como Unión de Serbia y Montenegro hasta su disolución.
Cualquiera que vea el paisaje de Montenegro tiene claro el porqué de tal nombre. El idioma montenegrino resulta muy parecido al croata o al serbio, y en muchos lugares mantiene los alfabetos cirílico y latino. De los tres países que visitamos este era desde luego el más avanzado y nos sentimos casi como en casa.
El taxista con el que cruzamos la frontera nos dejó en la estación de autobuses para poder coger allí un transporte más económico hasta Budva, aunque el señor parecía dispuesto a llevarnos a cualquier lado. Además tuvimos mucha suerte, ya que a los pocos minutos salía uno que por 7 euros por persona nos dejaba en nuestro destino.
Budva
Podría decirse que es una especie de mini Dubrovnik, ya que mantiene una arquitectura bastante similar a la ciudad croata, rodeada también por una muralla. En este lugar nos alojamos en el Montenegro Hostel Budva, el cual recomiendo porque el trato es espectacular y además organizan excursiones por el país. Su web tiene muchísima información además sobre horarios de autobuses y otras actividades.
En Budva nos perdimos mil veces por sus callejuelas, ya que allí la orientación consiste en acordarse en qué esquina girar o al lado de qué bar está tal cosa. En verano al parecer se llena de rusos.
Para regresar a Zagreb habíamos reservado un vuelo con Croatia Airlines desde el aeropuerto de Dubrovnik, el cual está bastante más cerca de la frontera de Montenegro que de Dubrovnik ciudad (si vuelas desde aquí recuerda pedir con tu billete en el mostrador de Información la clave para tener 60 minutos de wifi gratis).
Cogimos un autobús que realizaba la ruta por toda la bahía de Kotor y pasaba por la puerta del aeropuerto. Simplemente le pides al conductor que te pare y ya está. El precio por persona es de 15,50 euros, que nos pareció carísimo después de lo que veníamos pagando por el transporte.
Quizá Macedonia o Albania no sean destinos muy turísticos, pero después de visitarlos no nos importaría repetir, puesto que también tienen su encanto (quizá cuando acaben las obras). Incluso lo que parece un caos resulta ser un modo de vida que también funciona y lo que es mejor, no hace falta irse lejos ni salir de Europa para encontrar lugares tan auténticos como estos.
Al leer este relato de la "Balkan Tour" dan unas ganas de abordar el primer avión y lanzarse a la vida... Saludos desde el otro extremo del mundo.
ResponderEliminarGracias, Felipe. La verdad es que hay tantos lugares para descubrir
ResponderEliminarUn saludo para ti también